Tiende
a creerse que es psicólogo todo aquel que muestra la simpatía suficiente para
que otra persona le confíe parte de su vida o quien se considera “bueno dando
consejos”. Esto lo corroboro con mi experiencia haciendo entrevistas de
admisión para aspirantes a estudiar Psicología en una universidad.
Por: Fabio A. Salazar-Piñeros
Presidente Capítulo Huila y Amazonía Colegio Colombiano de
Psicólogos
Docente USCO
Director Grupo de Investigación en Psicología
Positiva
…Entonces entro
a la peluquería, tomo asiento y el artista de los cabellos me pregunta simpáticamente:
Y usted… ¿a qué se dedica?.¡Soy psicólogo!, le respondo, ante lo cual escucho aún
más simpáticamente: ¡Ah!…. ¡Entonces somos colegas!
Desde entonces
no he podido superar el impacto pero no tanto por la graciosa escena con mi
interlocutor sino porque me pude dar cuenta que la Psicología se ha convertido
(o de pronto siempre lo ha sido) en un
tema en el cual mucha personas se consideran autorizadas. Cuando relato esta
anécdota, nunca han faltado colegas que me informan sobre las suyas propias con
taxistas, lustrabotas, tenderos, enfermeros, trabajadores sociales, y más.
Nótese que la variedad es grande y no depende de la profesión u oficio. Creo
que depende más de las características de personalidad del neopsicólogo.
Tiende a creerse
que es psicólogo todo aquel que muestra la simpatía suficiente para que otra
persona le confíe parte de su vida o quien se considera “bueno dando consejos”.
Esto lo corroboro con mi experiencia haciendo entrevistas de admisión para
aspirantes a estudiar Psicología en una universidad. Ante la infaltable
pregunta: ¿Por qué quieres estudiar Psicología?,los nerviosos aspirantes
respondían casi sin latencia: ¡Porque mis amigos siempre me buscan para que les
de consejos! Es lo que se ha creído y aun se sigue creyendo al punto que ahora,
no obstante los cerca de 60.000 profesionales titulados en todo el País,
contamos con un creciente número de colegas postizos.
Ahora bien… ¿A
quién o a qué atribuirle esto? A sabiendas que la Psicología desde hace más de
130 años se promulgó como una ciencia y que, pese a las múltiples discusiones
en torno a su epistemología, métodos e incluso formas de conceptualizarse,
ningún psicólogo que se precie de serlo niega su carácter científico, por
desgracia son muchas las personas con un título expedido por universidad
reconocida por el Estado (léase “colegas”)que no se les nota, y parece que no
les interesa que se le note, unos mínimos de lo que identificaría a un
psicólogo “de verdad”, a saber: formación y conocimiento profundo de la ética y
la deontología, bases conceptuales en las principales escuelas psicológicasampliamente
reconocidas, conocimientos y dominio de técnicas de intervención basadas en la
evidencia,aplicación de las competencias de la investigación científica a todas
las actuaciones profesionales y al menos un argot ajustado a su profesión.Profesionales
que no han abierto un libro desde que recibieron su título, que no saben de la
existencia de revistas especializadas, rechazo sistemático a asistir a
seminarios y demás eventos científicos aunque estos sean en su región e incluso
gratuitos, entre otras malas costumbres (aquí he tomado prestada la frase del ilustre colega y amigo Walter Riso en el subtítulo de su
libro Deshojando Margaritas).
Son estos
personajillos los que al ser consultados sobre, virtualmente, cualquier tema
responden con afán y sin el más mínimo asomo de vergüenza, acudiendo nada más
que a su intuición. Son los mismos que se involucran en actividades en nombre
de la Psicología sin tomar en consideración el nivel de profundidad del tema,
el nivel de procesamiento del auditorio y cayendo generalmente en activismo sin
un fin específico y mucho menos psicológico. Y luego nos quejamos porque
contratan psicólogos para hacer recreación, sin demeritar, claro está, el
admirable oficio de recreacionista.
Finalmente, si
es por su intuición que actúa, ¿qué lo diferencia del ser que entró a la
universidad y se tomó 5 o más años para graduarse? La intuición es inherente al
ser humano. No necesitaba esos cinco años en las aulas. En ese caso, es más
psicólogo mi amigo el peluquero, o el tendero, o el enfermero.
Sé que mis
palabras no tocan a la inmensa mayoría de mis colegas, así que dedico este
escrito a mis queridos estudiantes para que eviten llegar a caer en el
ejercicio de una Psicología Intuitiva o en algunas de esas malas costumbres.