Recordar las letras y las historias de cada canción que ha construido la memoria musical que hoy identifica el departamento del Huila, ha convertido al Encuentro de Compositores Huilenses ‘Jairo Beltrán Tovar’ en un evento del Festival del Bambuco en San Juan y San Pedro en Neiva.
Antonio Díaz Javela, Fabio Perdomo Bahamón, Luís Enrique – Kike- Perdomo, Edison Elías Delgado, Oskar Obando Valencia, Rey Cedeño, Pablo Emilio Sierra, Carlos Alberto Ordoñez, Jairo Beltrán Tovar y Dora Lilia Guevara Sánchez fueron los compositores que deleitaron al público a través de sus anécdotas a lo largo de los años mediante risas y sus canciones.
El encuentro de compositores se realiza desde el año 1987 gracias al respaldo recibido a las ideas de Jairo Beltrán Tovar por parte del escritor y poeta Guillermo González Otálora. Este encuentro ha permitido la entrega de instrumentos musicales y reconocimientos a los compositores huilenses durante más de 30 años que se viene realizando el evento.
José Antonio Hernández, autor y compositor asistente al evento indicó que, “… es una oportunidad muy grande que tiene la música colombiana, que tienen los autores y compositores, para que sean conocidos no solamente a escala local sino a escala nacional, esto es lo que necesitamos la cultura en vez de la guerra”
“Si un poema nos pone oír los acentos
de la vida”, como lo asevera Isabel Goldemberg y Hugo Savino; un libro lo será aún
más, como si tratara de las entonaciones interpretadas por una orquesta
sinfónica. La anterior premisa, me da pie para referenciar el libro de poemas Jardín
de palabras, del periodista y poeta Heber Zabaleta Parra. Un trabajo
literario construido desde el silencio y desde el ritmo del corazón; es decir,
aquí se articula el lenguaje y el cuerpo, para dar paso al nacimiento del
signo; este último, como el advenimiento de la creación. No obstante, la creación
como “acto de resistencia”, así lo señala Gilles Deleuze. Es paradójico, que el
signo que representa el pensamiento del ser humano, sea a la vez resistencia.
Cuando hablo de resistencia, me refiero a la fuerza invisible que sostiene el
peso del tiempo o el acumulado del saber. También resistimos ante la muerte y a
todas esas acciones humanas que nos quieren encasillar dentro de la “sociedad
de control”, como lo manifiesta Foucault. Entonces, resulta que, la poesía
sería la cerilla que resiste esa masa oscura del universo.
Cuando el maestro Zabaleta escribe un
poema, no solamente se está resistiendo a él mismo, sino que no aguanta esa sociedad de control que nos quiere
homogenizar ciertas prácticas de vidas; por lo tanto, el acto poético se
establece como un punto “liberador de potencias de vida”, como lo manifiesta Giorgio
Agamben. De allí que, esas potencias están contenidas en temas como el amor, el
desamor, la ciudad, el tiempo, la noche, la lluvia, la soledad, la indolencia,
el olor, entre otros. Un ejemplo de ello sería el siguiente poema: En esta
algarabía de soledad / vuelve llanto los pensamientos, / desdobla el presente,
/ hace añicos las alas de la ilusión. Precisamente, el poeta no solo canta
los paisajes de su interioridad, sino que contrasta los actos humanos externos;
para ello, acude al lenguaje figurado, como las metáforas y la sinestesia para
refundar el golpe del signo; por lo tanto, la poesía no solamente se compone
como acto reparador de las interioridades del creador, sino que se prolonga como
extensión estética, como acto revelador del lenguaje y; por ende, de las formas
de vida. Razón por la cual se escribe para resistir los mismos embates del
lenguaje que la sociedad de control ha encontrado como mecanismo para degradar
nuestras condiciones de vida. De allí que, el ejercicio de pensar con la palabra,
deberá ser tan natural como el árbol que da fruto, así habrá de brotar nuestros
poemas, incluso, nuestros sueños.
Llama la atención, que existe un eje
temático que sostiene el libro, es la presencia ausente de la amada que recorre
los versos y la ciudad, de la mano del poeta; tal como lo hiciese Dante
Alighieri en el poema épico, la Divina Comedia; el poeta bajo al
purgatorio de la mano de su amada Beatriz con el objetivo de despojarse de toda
su condición humana. Zabaleta propone que en nuestra interioridad existe ese
purgatorio, donde nos despojamos, entregamos o dejamos nuestros sentimientos en
algún rincón de la memoria; para Zabaleta, el amor no solamente constituye la
geografía de los afectos, sino la representación de esos tres estadios que nos
plantea Dante (infierno, purgatorio y paraíso), estadios que configuran la
esencia del ser; así lo corrobora los siguientes versos: Me declaro culpable
de resucitar tu cuerpo, / despierto o ¿tal vez sigo dormido? Lo anterior,
me posibilita trazar una línea argumental planteada por Valéry, de la que nos
dice que: “el pensamiento es, en suma, el trabajo que hace vivir en nosotros lo
que no existe”. De allí que, la palabra refunda constantemente la existencia de
las cosas; por consiguiente, un poema es, ante todo, la interrogación del mundo,
hacer visible lo que no existe.