Este lunes festivo en el horario de las 3:00 de la tarde y
10:00 de la noche, el canal Señal Colombia estrena Leandro, el último juglar,
una pieza documental que reconstruye a partir de las memorias de amigos,
familiares y expertos la vida y obra de Leandro Díaz. Es también un recorrido por la geografía de
la Costa Caribe y particularmente los lugares que inspiraron sus canciones. Uno
de los grandes aciertos del documental es la participación de dos actores
naturales ciegos, que lo representan en su niñez y adolescencia.
Bogotá.
“Nací ciego, me crié ciego y toda mi vida he sido ciego.
Pude ser compositor, llevar mis canciones hacia el mundo, por eso quiero
dejarles a mis amigos algo de mi historia, parte de toda mi vida, dejarles este
recuerdo después que yo me muera”: Leandro José Díaz Duarte.
Fue uno de los deseos
del maestro Leandro Díaz, uno de los más grandes representantes del género
vallenato en Colombia, un compositor como ninguno, no sólo por su condición de
discapacidad visual y su falta de estudios formales, como por lo que representa
para las generaciones tradicionales y actuales del vallenato, este juglar.
Los encargados de
cumplirle el deseo de contar su historia no son sus hijos y nietos, aunque
algunos siguen sus pasos, tampoco lo son documentalistas de la región, aunque
talento en esta área es lo que sobra en la costa norte colombiana. La tarea, o
mejor el gusto, quedó en manos de Señal Colombia y un equipo de producción
encabezado por dos “cachacos”: Alejandro Vargas Corredor y Eduardo Muñoz Gómez,
director y productor respectivamente.
Junto a ellos el sonidista Carlos Andrés Cantor y el productor de campo
José Luis Rodríguez.
Leandro, el último
juglar es el nombre del documental que se emitirá el domingo 3 de noviembre, a
las 3:00 de la tarde y 10:00 de la noche en la pantalla del canal público,
luego de ser presentado “en sociedad”, un par de semanas antes, en la Tarima
Escolástico Romero, en Villanueva (Guajira) en el marco del Festival Cuna de
Acordeones y ante los más experimentados críticos.
“Este documental
llega en un excelente momento porque la herencia musical de Leandro Díaz pasará
a ser patrimonio cultural de la Nación por un Proyecto de Ley que está a la
espera de la sanción presidencial, así que es importante que los colombianos,
los más jóvenes, puedan conocer a través de este documental de Señal Colombia
quién fue mi padre y los aportes que hizo a la música vallenata”, asegura el
compositor e intérprete Ivo Díaz.
Sobre el contenido
del documental hay que destacar que tiene una duración de una hora y que se
apoya en las memorias y testimonios de sus familiares, entre los que se cuenta
su hijo Ivo Díaz; expertos como Jaime Maestre, Alfredo Gutiérrez, Julio Oñate,
Celso Guerra, Gustavo Gutiérrez, Juan Emiro Araujo, Isaac Carrillo, Wilber
Mendoza y amigos como Beto Murgas y Thomas Cuadrado. Tampoco podía faltar su
gran musa, Matilde Lina.
El director Alejandro
Vargas Corredor y el productor Eduardo Muñoz Gómez, decidieron incluir, además
de los testimonios, una puesta en escena para recrear la niñez y la
adolescencia de Leandro Díaz para lo que hicieron un casting con jóvenes de la
región, resultando elegidos Juan David Atencia y el niño Ricardo Lemus. Como
dato especial ambos son ciegos y Juan David, al igual que Leandro toca la
dulzaina y tiene una capacidad innata para versear.
“Ambos tienen
características físicas similares con Leandro. Juan David es huérfano y vivía
en una finca donde les cantaba a los trabajadores que eran su única familia.
Estudia en la escuela del Turco Gil. Ricardo por su parte llegó a nosotros el
último día de preproducción y a través de Juan David porque son amigos y
estudian en la misma escuela”, explica el director.
“Con Juan David todo
se nos dio, porque tiene hasta la disposición para el canto, pero teníamos un
hueco narrativo con la niñez de Leandro por eso habíamos pensado buscar al
actor en una fundación de niños ciegos en Bogotá, pero finalmente encontramos a
Ricardo, aunque no pudimos verlo en acción, así que nos quedamos con la
incertidumbre hasta que llegamos a rodar. Es muy especial y en la pantalla es
sencillamente él mismo, con su hiperactividad, mientras acaricia al burro o
espanta a las gallinas a las que les tiene fobia”, explica el productor.
El resultado con los
actores naturales fue completamente satisfactorio, no sólo para el equipo de
producción sino también para la familia que cree que el documental logra
retratar el alma de Leandro, sus motivaciones, su forma de ver la vida y sus
grandes capacidades como compositor e intérprete. De ahí la importancia que
destaca Ivo Díaz, su hijo y quien siguió sus pasos en la música:
“Este documental va a
ayudar a que las nuevas generaciones, que tienen tanta información o
desinformación sobre sus raíces musicales, conozcan a Leandro Díaz, quien de
por sí tiene una historia con algo de fantasía por su condición de hombre
ciego, pero conocerán al hombre real que está presente en la mente de quienes
lo conocieron personalmente o a través de su música y quienes no lo
‘saborearon’ van a quedar muy satisfechos con Leandro, el último juglar”.
Leandro Díaz con sabor cundiboyacense
Los productores del
documental ‘Leandro, el último juglar’ de Señal Colombia que se emitirá el
lunes festivo 3 de noviembre hablan de lo que significó para ellos, nacidos en
el altiplano cundiboyacense, hacer este homenaje a quien consideran el último
juglar vallenato, un ritmo musical que ellos sienten como propio.
Alejandro el director es bogotano, de familia boyacense con
raíces campesinas que derivaban su sustento del cultivo de caña para la
fabricación de panela, en su casa se escuchaba la música de Diomedes Díaz.
Eduardo el productor, es de Machetá municipio de Cundinamarca y en su casa
siempre los planes de domingo se amenizaban con las canciones de Rafael
Orozco.
Alejandro Vargas Corredor tiene 33 años y conoció a Leandro
Díaz cuando hacía parte del equipo de Los Puros Criollos y preparaban un
capítulo sobre el vallenato. Eduardo Muñoz Gómez tiene 28 años y no pudo conocer
a Leandro en vida, pero lo hizo a través de Alejo y de todos aquellos
familiares, amigos y expertos que participan en el documental que juntos
prepararon para Señal Colombia.
Se conocen desde la época de estudiantes y llevan trabajando
juntos varios años, la química y complemento laboral es perceptible. Los une el
gusto por la producción de cine y televisión, por el vallenato y por conocer
las raíces de la música con la que crecieron, fue entonces cuando nació la idea
de hacer este documental sobre Leandro.
“Hay que aclarar que
aquí el experto –parece Wikipedia– es Alejandro, tiene una memoria tan
prodigiosa como el mismo Leandro. Yo sólo tenía el gusto por el vallenato, me
lo gozaba y me emparrandaba y mis referencias sólo era de los grandes artistas”, arranca por explicar Eduardo (EM).
A lo que Alejandro
(AV) agrega: “Yo lo conocí mientras hacíamos con él un programa de Los Puros
Criollos sobre el vallenato, tuvimos que esperar ocho días para hacer la
entrevista porque estaba delicado de salud. Me llamó mucho la atención que su
hijo Ivo tenía que ayudarlo a caminar pero en cuanto llegó al Río Guatapurí se
transformó, era como si su fuerza dependiera de la naturaleza”.
También fue un choque
para Alejandro que mientras se alistaban para grabar y buscando romper el hielo
le preguntó cómo podía describir con tanta precisión en sus versos la
naturaleza cuando nunca había visto el río, los árboles o el cielo.
“Me dijo que gracias
a la imaginación podía decirme que yo estaba debajo de un árbol de tales características
y hasta cuál era el nivel del río. Otro momento bellísimo fue cuando nos cantó
La diosa coronada. Era estar frente a un personaje fuera de lo común, con una
belleza y una sabiduría que lo sacudía a uno. Ahí nace mi interés por el
documental”.
¿Qué tan difícil fue la investigación para sacar adelante el
documental?
AV: La idea nació en el 2008, no había mucha información
escrita, sólo artículos en periódicos y revistas, pero no investigaciones o
biografía. Empezamos entonces a indagar como eran los juglares y a contactar a
los amigos y otras personas de la zona para que nos contaran anécdotas sobre su
vida personal y artística.
EM: Encontramos muchas historias valiosas de todo tipo, como
la de Medina, el burro que lo llevaba a todas partes y que también aparece en
nuestro documental, también hubo casting para él o su fama de clarividente
porque podía adivinar cuando llovería o como tenían el corazón las jovencitas
con sólo tocarles la mano.
¿Qué fue lo que más los enamoró del proyecto?
AV: Saber qué más allá de todo su talento como compositor,
de todas las cosas maravillosas que hizo en vida, Leandro tenía la capacidad
para sobreponerse y superar la adversidad. En mi opinión es el más grande que
ha tenido el vallenato.
EM: Que Leandro es la más clara representación del origen
provinciano del vallenato, una institución que nace del pueblo y que él con su
origen humilde, en un municipio alejado de todo, sin posibilidad de acceder a
la educación y ciego, se haya convertido en una figura tan importante. Lo hizo
con los ojos del alma y la imaginación y eso lo da más grandeza.
¿Cómo fueron los primeros acercamientos con la familia y
amigos?
AV: Después del capítulo de Los Puros Criollos me volví
lambón y grupie, ocasionalmente le mandaba mensajes de texto a Ivo para que se
los leyera a Leandro y así mantener la cercanía lograda.
EM: Quisimos hacer el documental cuando aún Leandro estaba
vivo, pero fue imposible y fue precisamente su muerte la que permitió que se
dieran los recursos para hacerlo. La familia, los amigos y los expertos tuvieron la mejor disposición.
¿Por qué optaron por usar actores para representar a Leandro
en su niñez y adolescencia?
AV: No hay imágenes de él en esas etapas de su vida, que son
los años en los que afina sus otros sentidos y eso era un hueco para la
narración, además el discurso audiovisual te acerca más con la imagen.
EM: Las grabaciones con Ricardo –Leandro niño– fueron las
más complejas. Es hiperactivo y cuando le decíamos que tenía que caminar daba
unos pasos y decía “listo”, porque no conoce de tiempos para TV, lo hacía a su
manera. En la pantalla es él, descubriendo el espacio donde estaba, explorando
el entorno que era la locación de la supuesta casa donde creció Leandro,
escuchando los pájaros, reconociendo al burro con sus manos. El resultado de su
participación es hermoso y lo obtuvimos haciendo silencio y dejándolo ser.
¿Cómo se llegan a seleccionar esos puntos clave a contar en
el documental de una vida tan fructífera en lo musical y en lo personal como
fue la de Leandro Díaz?
AV: Tuvimos algo clave y fue saber cuál era el hombre que
queríamos mostrar. Las biografías o retratos a veces hacen sentir que el
personaje es fabricado, le quitan toda la atmósfera con la que uno como
seguidor lo adorna. Le quita la magia y toda esa fuerza. Lo digo con respeto a
los canales, no queríamos endiosarlo. No se trataba de cifras de discos o de
éxitos. El documental muestra al niño, al joven, al adulto, al viejo pero desde
sus diferentes aspectos como hombre de familia, padre, abuelo, amigo,
parrandero.
EM: Queríamos mostrarlo como un hombre terrenal, que no
enamora por lástima, sino por lo que era, que no peleó con su condición de
hombre ciego y que fue feliz. Lo sorprendente fue como estructuró sus capacidades
y su vida, la dignificó, la hizo válida. Cumplimos una pretensión enorme:
Leandro es un homenaje a la vida, por eso sólo se habla de su muerte cuando su
hijo Ivo lo menciona 40 segundos antes de terminar el documental.
¿Cuáles fueron los principales escenarios donde se grabó?
AV: Río Badillo, Río Guatapurí, Río Tocaimo, Río Seco, la
ciudad de Valledupar, el corregimiento de Tocaimo, San Diego, Hatonuevo,
Barrancas, Lagunita de la Sierra, Codazzi, la hacienda Los Pajares y algunas
locaciones con casas de barro y bahareque.
¿Son conscientes de que también están ‘vendiendo’ toda una
región con esos escenarios naturales? ¿Fue completamente intencional?
EM: Sí, lo fue. La naturaleza y particularmente esos
paisajes tienen un importante peso en la historia de Leandro, fueron
determinantes en los andares de su vida. Hay un plano en el que se ven pasar
unos indígenas y con eso estamos mostrando que somos un país con mucha
diversidad de razas. Esos contrastes desérticos y verdes en la Costa son
innegables y visualmente muy atractivos, por eso había que mostrarlos.
¿Cuáles son sus canciones vallenatas preferidas?
AV: ¡Uff muy
berraco!, todas las de Gustavo Gutiérrez Maestre, entre esas Sin medir
distancias y Te quiero porque te quiero,
versión de Los Kankuis; Alicia Adorada
de Juancho Polo; Dios no me deja de Leandro Díaz; ¡Ay la vida!, de
Marciano Martínez e interpretada por Diomedes…
EM: Sin medir distancias, por su tono provinciano; Noche sin
lucero, de Rosendo Romero y una que descubrí durante el documental: El
Provinciano, de Leandro Díaz.