El
destacado escritor huilense, hoy docente de la Universidad de Cartagena, acaba
de recibir invitaciones oficiales de las Universidades de Poznan y Szczecin,
Polonia. En entrevista con www.noticiasalsur.co,
recuerda que en octubre pasado estuvo dando unas charlas y lecturas en las
Universidades de Varsovia (CESLA-Centro de Estudios latinoamericanos de la
Universidad de Varsovia); en la Universidad Adam Mickiewicz, de Poznan; en la
Biblioteca Pública de Zielona Gora, en Zielona Gora; en la Universidad de
Cracovia, y en la librería Élite, de Cracovia. Ahora la oportunidad es en la
Universidad de Szczecin, ciudad polaca en la frontera con Alemania, y
nuevamente en la Universidad Adam Mickiewicz, de la ciudad de Poznan. “Es muy
probable que a partir de julio de 2016 me traslade a Polonia como profesor
invitado de la Universidad de Szczecin”, afirma Winston Morales.
Heber
Zabaleta Parra
Redacción
Noticias al Sur
“Otro
mes en Polonia, con la posibilidad de conocer la ciudad de Szczecin, es un
verdadero privilegio para este poeta huilense, quien siempre ha guardado un
gran respeto y una gran admiración por poetas como Wisława Szymborska (premio
Nobel de Literatura 1996), Witold Gombrowicz (candidato en vida al Premio
Nobel), Czesław Miłosz (Premio Nobel de Literatura en 1980), oBruno Schulz”.
Así lo afirma Winston Morales Chavarro, hoy por hoy, el más importante representante
de la literatura huilense con una proyección internacional de gran prestigio y
reconocimiento, como se consolida con esta invitación.
¿Cómo
ha logrado su rica y premiada producción literaria ser conocida y admirada en
Europa para ser invitado a las más importantes universidades de ese continente?
Tuve
la fortuna de conocer, gracias al Premio Internacional de Poesía David Mejía
Velilla, el cual gané el año anterior en la Universidad de la Sabana, al decano
de la Facultad de Filosofía y Letras el profesor e investigador polaco Bogdan Piotrowski.
El profesor Piotrowski me puso en contacto con importantes figuras de la
academia y las letras polacas y de allí mi vínculo con este misterioso país. Tuve
la suerte de conocer a la traductora de la obra de Czesław Miłosz la profesora
de la UAM la doctora Barbara Stawicka-Pirecka. La profesora Barbara, Jefa del
Departamento de la Literatura Española e Hispanoamericana de la Universidad de
Poznan, me invitó a dos de sus cursos. Su gusto por Aniquirona ha sido tan
grande, que ya está trabajando en una traducción de ese, mi primer libro
publicado. Luego tuve lecturas en las Universidades de Cracovia, Varsovia, en
la Librería Élite (también en Cracovia) y en la Biblioteca Pública de la ciudad
de Zielona Gora. Mi estancia ahora en diciembre de 2015 y enero de 2016
contempla nuevamente la Universidad Adam Mickiewicz, de Poznan, y la UniversidadSzczecin,
de la ciudad fronteriza de Szczecin.
¿Qué
significa, en su trayectoria profesional, esta estadía de un mes en Polonia?
Ha
sido una experiencia reparadora y estimulante. No sólo por lo que significó
para mí conocer en octubre pasado la Universidad de Poznan, la cual lleva el
nombre del poeta romántico polaco Adam Mickiewicz, sino
también por conocer una ciudad como Varsovia, la cual fue totalmente destruida
por los alemanes durante la Segunda Guerra mundial. La misma Universidad de
Poznan fue cerrada por los nazis en 1939. Es increíble como las ciudades
anteriormente mencionadas recuperan su belleza y esplendor en menos de 50 años.
Como dato curioso, el primer negocio que se abrió en Varsovia, luego de la
guerra, fue una floristería. Esto, sin duda, es un acto poético y un acto de
amor. El pueblo polaco es un pueblo que ha sufrido durante toda su historia la
ocupación de otros países y fueron seis millones de polacos los asesinados
durante la Segunda Guerra Mundial. No obstante, se sabe que Cracovia es la
capital de los libros y que los grandes intelectuales polacos huyeron hacia
esta ciudad convirtiéndola en un emporio cultural. Hoy por hoy todas las universidades polacas
cuentan con programas de lenguas románicas o hispánicas y esto es un gran
mensaje que le transmiten al mundo hispanoamericano.
De
modo que otro mes en Polonia, con la posibilidad de conocer la ciudad de
Szczecin, es un verdadero privilegio para este poeta huilense, quien siempre ha
guardado un gran respeto y una gran admiración por poetas como WisławaSzymborska
(premio Nobel de Literatura 1996), WitoldGombrowicz (candidato en vida al
Premio Nobel), CzesławMiłosz (Premio Nobel de Literatura en 1980), oBruno
Schulz.
¿Es
muy probable que a partir de julio de 2016 se traslade a Polonia como profesor
invitado de la Universidad de Szczecin?
Siempre,
desde que era un niño, he preferido los movimientos telúricos y la naturaleza
cambiante del mundo. Por más que lo intento, jamás he podido quedarme por mucho
tiempo en algún sitio. Mis únicos territorios fijos han sido la literatura y la
pedagogía. Cuando uno ama en extremo, desea comunicar, compartir, de modo que
la pedagogía es un apéndice de la literatura, de ese deseo de compartir lo poco
que se sabe. Y el compartir lo que se sabe
tiene que ver con nuevas formas de ver el mundo, de nuevas culturas, de otros
seres y su manera de ir por la vida. Mi madre y mi padre –cosa que dudo por el
miedo que le tiene mi padre a los aviones- debieron pensarme en un avión. Hace
más de 46 años que no paro de volar. Y me refiero a vuelos físicos como vuelos
imaginarios. Creo que desde entonces el mundo es pequeño para mí, y esa es una
virtud que me concede la literatura.
Por
este motivo, en octubre de 2015 tuve la fortuna de compartir mi obra y mi mundo
literario con estudiantes y profesores de las Universidades polacas Jaguelónica,
de Cracovia; Adam Mickiewicz, de Poznan; Universidad de Varsovia (Centro de
Estudios Latinoamericanos –CESLA-), y la Biblioteca Pública de la ciudad de
Zielona Gora. Fue una experiencia maravillosa, tanto, que regreso ahora en
diciembrea compartir experiencias con estudiantes del área de lenguas románicas
de la Universidad de Poznan y estudiantes del programa en hispánicas de la
Universidad de Szczecin, en la ciudad del mismo nombre.
La
Universidad de Szczecin está en la elaboración de un convenio con la
Universidad de Cartagena para ser profesor invitado a partir del segundo
semestre de 2016.
En
este momento, ¿cuál es su visión del trabajo cultural en el país?
Colombia
es un país extremadamente rico en creación y en gestión. El colombiano es un
ser creativo hasta decir no más. Eso de que somos uno de los países más
ignorantes del mundo no se lo cree nadie. Esas estúpidas encuestas de los más
felices, de los más inteligentes, de los más sensuales, son verdaderas pérdidas
de tiempo. Ahora, se debe reconocer sí que nuestra educación es una de las más
malas del mundo y que así como hay colombianos muy buenos, hay una gran
cantidad de conformes, de mediocres y de básicos: prueba de ello, los idiotas
que llegan cada cuatro años al poder y que son elegidos, curiosamente, por los
más inteligentes.
En
Colombia hay muy buena literatura. En Colombia hay grandes pintores. Lo que
pasa es que parece que hay escasez de toda índole porque los medios de
información (que distan mucho de ser de comunicación) invisibilizan todo
aquello que no genera pauta y mercado. Los medios verticales (llámense canales
privados), tienen intereses y dentro de esos intereses no están la exposición
fotográfica, el lanzamiento del libro (salvo que el seudopoeta sea un senador),
la publicación de una nueva obra, la composición de una ópera. Ahora prevalece
el terror y el miedo, el marketing del holocausto y la muerte. Todo, desde que
te levantas, es sangre, asesinato, borrachos, bombas y narcotráfico. Con esta
visión monotemática de la realidad, ¿qué le depara al país, qué les depara a
nuestros niños?
Usted
ha creado un lenguaje propio, un universo único, un estilo particular, ¿qué
está tejiendo bajo las perspectivas de un postconflicto en Colombia?
A
mí nunca me han gustado los caballitos de batalla y eso de literatura para el
postconflicto me parece un discurso oportunista. La gran literatura escapa a
esos rótulos de la prensa y de las grandes editoriales. La gran literatura de
todos los tiempos ha estado comprometida con un estado moderno, con la utopía
perseguida por la mayoría de edad del hombre y de un estado no fallido. Mi
poética, desde La dulce Aniquirona (mi primer libro publicado) hasta ¿A dónde van
los días transcurridos? (de próxima aparición) es una literatura que no le
canta a la guerra. Y no digo con esto que le cante a la paz, que no sé yo qué
es eso, sino que le escribo a las verdades del hombre, a sus sueños, a sus
búsquedas, a sus utopías, a su fragilidad. Y cuando hablo del hombre, me
refiero no sólo a los hombres y a las mujeres de la contemporaneidad, sino
también a los hombres y a las mujeres del futuro, que la poesía debe ser
atemporal, supraespacial, que trascienda consideraciones humanas. Y creo que
ese ha sido mi deber siempre. Ahora, si hay un acuerdo de paz –que espero que
lo haya- eso no determinará para nada mi manera de escribir y mis propuestas
literarias. Afortunadamente soy un poeta anónimo y el anonimato me da la
libertad de no recibir presiones editoriales.
A
lo largo de su trayectoria, ha trabajado entre la poesía y la novela, ¿en cuál
se siente mejor en la actualidad?
Yo
no marcaría una línea divisoria entre ellas. Las grandes y las mejores novelas
son grandes elucubraciones poéticas. Si tú lees Lejos de Roma, de nuestro reciente premio Rómulo Gallegos Pablo
Montoya, te darás cuenta que es un poema de largo aliento, que casi puede
llamarse novela, o que muchos llaman novela, pero que tiene la intensidad, el
lenguaje, los ritmos internos de un gran poema. Lo mismo puedo decir de La muerte de Virgilio, del escritor
austriacoHermann Broch. En esas últimas 18 horas de vida del gran poeta
Virgilio, Broch hace una defensa del lenguaje poético para mantener el misterio
y la grandeza del gran pensador y poeta romano. Es un poema bello, de profundas
reflexiones metafísicas.
Con
respecto a mi única novela publicada, soy consciente de que el lenguaje poético
es menor y que en ella subyace una narrativa que quiere contar muchas cosas.Dicha
narrativa me dio libertades que nunca me ofreció la poesía. Pero esta es una
elección muy personal del escritory en mi caso particular quise alejarme lo más
distante posible de la poética muy personal de Aniquirona y de Schuaima.Yo
debía marcar una diferencia y creo que lo logré. Ahora tengo dos novelas
inéditas, que espero algún día conozcan su propia luz, y una de ellas es mucho
menos poética que Dios puso una sonrisa sobre su rostro.
De
su traslado de residencia de Neiva a Cartagena, ¿cómo ha influido en su
producción literaria?
La
confrontación con una cultura tan diferente a la andina, sin lugar a dudas se
va configurando en el alma escritural del poeta y en su razonamiento o forma de
relacionarse con sus cosmogonías. El caribe colombiano posee la virtud de la
diversidad, de la pluralidad, de la diferencia. No sólo desde los aspectos
meramente humanos (color de piel, imaginarios, modos de vida) sino también
desde la naturaleza y el paisaje simbólico de la ciudad. El caribe es
exuberante, pródigo en colores, sabores, olores. Su abundancia se ve reflejada
no sólo en la inmensidad del océano (o del cielo), sino en la sonrisa de la
gente, en los brazos abiertos a la fiesta, al espíritu carnavalesco. En
Cartagena siempre es carnaval. A través de los olores de su gastronomía, de la
música vibrante que nunca se detiene, del fragor de los cuerpos que danzan
incluso al caminar, se vive el carnaval de forma permanente. Esto tiene sus más
y sus menos. Pero es mejor acomodarse a los menos, porque el exceso gana por
mayoría. Esa es la lógica del caribe: la riqueza heterogénea de sus gentes, la
hibridación de sus hábitos, costumbres y tradiciones. Y eso, sin duda, se ve
reflejado en lo que escribes y en cómo lo escribes. Sin embargo, digamos que
hay una zona del poeta que siempre permanece intacta y es la zona que tiene que
ver con sus silencios, sus tribulaciones, sus ensimismamientos. Y esa zona
también es definitiva –de manera incluso superior- a todas las zonas y
cartografías o geografías que pueda vivir o habitar el escritor.