Con la presentación en el cierre del festival, Antonio Arnedo nos ha recordado que la suya es una música que nos pertenece como colombianos.
Por Marcos Fabián
Herrera Muñoz
Si intentáramos definir el recorrido musical de Antonio Arnedo,
ese camino iniciado con su disco Travesía,
que pasa por los compilados Orígenes y Encuentros , y llega hasta su
reciente Colombia, audacia es la
palabra que encuentro más apropiada. Experimentación con un sabor raizal y una
indagación pertinaz en los géneros endógenos de nuestro país para hacer aflorar una música renovada en sus
expresiones rítmicas y universalizada en sus fusiones jazzísticas. Un lenguaje
nuevo y auténtico que el talento de Arnedo ha sabido dotar de singularidad
sonora. Distante de los artificios,
arriesgada tentación de músicos que emprenden una tarea similar a la de Arnedo, su presentación en el cierre del Cartagena XI
festival Internacional de Música, ha confirmado el afianzamiento de su
propuesta y el vigor creativo de su cantera musical. El ensamble encuentro
Francia – Colombia, que vimos en la tarima de la Plaza de San Pedro el sábado
14 de enero, fue concebido de manera especial para este festival dedicado a
celebrar la música de La Belle Epoqué. En
razón a la fraternidad tan cara a los franceses, presenciamos a
LucienneRenaudin Vary, la prodigiosa y precoz trompetista, entregando un sonido
plenamente incorporado al marco instrumental que siempre ha acompañado al
célebre jazzista colombiano: guitarra, contrabajo, batería, saxofón y
flautas.
Escuchamos canciones del repertorio colombiano, con la exquisita
intromisión de la trompeta, que nos permitieron apreciar el diálogo aerófono
con el saxofón, y que amistaron el desparpajo del caribe colombiano con la
solemnidad del café Parisino. Arnedo nos confirmó que su música es una fusión
permanente de timbres y colores, tradiciones y legados. Su cubilete, es un
punto receptor de las más diversas corrientes sonoras, que honra los rasgos
ancestrales y los enaltece con el sonido de su saxofón. Bien sea con el porro,
la cumbia o el bambuco, su impronta se conserva incólume: una saludable
anulación de barreras estilísticas para apropiarse de las entrañas musicales y
vivificar la génesis de ritmos esenciales en los acervos culturales de la
región andina, pacífico y caribe. Con la presentación en el cierre del
festival, Antonio Arnedo nos ha recordado que la suya es una música que nos
pertenece como colombianos.