“Tenemos dos cerebros y dos clases
diferentes de inteligencia: la inteligencia racional y la inteligencia
emocional y nuestro funcionamiento vital está determinado por ambos”, afirma la
psicóloga huilense y experta en PNL
Heidi Latorre Adarme.
Heber Zabaleta Parra
Editor Periodístico
¿Quién no ha sentido en algún momento
de su vida un conflicto emocional? ¿Quién en ocasiones no ha actuado más
impulsado por la emoción, que por la razón, o incluso por encima de sus
criterios?, pregunta la psicóloga huilense y experta en PNL Heidi Latorre
Adarme al analizar los comportamientos humanos que están incidiendo en la
sociedad de hoy.
Para la conferencista y terapeuta,
todos los seres humanos “hemos atravesado por un fuerte coctel de emociones,
donde algunos tienen más la capacidad de afrontarlas, de enfrentar diferentes
conflictos, ser felices a pesar de las
adversidades, y con facilidad reencuadran esas situaciones sacando lo positivo
de la misma, y no enfocándose o mirando
solo lo negativo”.
Explica la experta, que asimismo, a
otras personas les cuesta trabajo tener esa capacidad de afrontamiento y siguen
reviviendo una y otra vez ese evento, quedando atrapados en esa telaraña de
sentimientos negativos, “o personas que les cuesta relacionarse con otros, expresar
sus sentimientos. O quienes no piensan para actuar, y actúan por impulsos, por
instinto, actúan desde el cerebro más primitivo (tronco encefálico), la parte
del cerebro que permite una respuesta muy veloz, pero al mismo tiempo muy
tosca, porque las células implicadas permiten que haya un procesamiento rápido,
pero impreciso. A estas rudimentarias confusiones emocionales se les conoce
como emociones precognitivas. Y es precisamente en este capítulo emocional donde
encaja perfectamente una frase o varios dichos que quizá muchos hemos escuchado:
“No pensé para actuar”, “no sabía lo que hacía”. Este tipo de comportamientos
están basados en sentir antes que pensar, porque cuando una persona está
emocionalmente perturbada, no puede pensar bien, y es donde se da paso a muchas acciones negativas, violentas, que
con la cabeza fría no cometería”.
La psicóloga llama a un equilibro entre
la emoción y el pensamiento, una buena relación a nivel neurofisiológico entre
la amígdala, especializada en las
cuestiones emocionales, y el neocortex(cerebro pensante), que desempeña papel
fundamental en las emociones, “exceptuando aquellos momentos en los que las
emociones se desbordan y el cerebro emocional asume por completo el control de
la situación. En cierto modo, tenemos dos cerebros y dos clases diferentes de
inteligencia: la inteligencia racional y la inteligencia emocional y nuestro
funcionamiento vital está determinado por ambos”.
¿…Y cómo
actuar ante nuestra realidad?
Pero,
actualmente se enfrenta una realidad difícil de desconocer. Cada vez aumentan los índices de violencia contra las
mujeres, los niños y ciudadanía en general. Violencia que no distingue estratos
sociales, razas, creencias, ¿y quién es el generador de toda esta violencia?
“¡Sí!..El
llamado homo sapiens, es decir el hombre, el ser pensante, el más evolucionado
de las especies. Y si la violencia es la ausencia del amor, y el hombre el ser
más evolucionado, ¿acaso se está viviendo un tipo de retroceso? O simplemente ¿qué
ha pasado con algunos hombres? Yo creo que muchos seres humanos, se han
enfocado en el tener títulos, posesiones, pareja; en tener y tener para
satisfacer su ego, tratar de superar sus miedos, más que en el SER: ser una persona íntegra,
equilibrada y vivir una vida más amorosa consigo mismos”.
Ante lo
anterior, la Master en PNL & Coaching subraya que la Programación Neurolingüística
anota que las personas actúan desde sus
propios mapas mentales, no desde el territorio, de ahí que esos mapas
diferentes desde un mismo territorio producen diferentes estados y conductas,
lo cual explicaría porque las personas actúan distinto frente a un mismo
acontecimiento. Por ejemplo: ¿Por qué algunas personas deciden acabar con su
vida, mientras otras continúan con ella pese a enfrentar situaciones parecidas?
¿Por qué algunos utilizan los gritos para comunicarse, o actúan impulsivamente,
mientras otros tienen mejores niveles de tolerancia? “Porque su mapas mentales
son diferentes, y estos son elaborados a partir de las experiencias, de las
creencias, de lo aprendido de su entorno”, afirma Latorre Adarme.
“Pero
también la PNL nos dice que todos
tenemos los recursos internos que necesitamos para cambiar, ya que los estados
actuales son el producto de aprendizajes, pero estos pueden ser cambiados. Sólo
podemos aprender. Así que todos podemos aprender a regular las respuestas
emocionales, ¡eso de creerse producto terminado es una creencia limitante!, que no es útil, ya
que poseemos la capacidad de evolucionar a través de aprender, y se aprende sólo
cuando se quiere, y el querer es un recurso que está dentro de nosotros, solo
hay que activarlo”, precisa.
A este
tipo de situaciones, el Dr. Daniel Goleman, experto en este tema, le llama
inteligencia emocional, y la inteligencia no es quien más información, y
conceptos maneje, como se nos solía medir en la escuela, pues esa es solo un
tipo de inteligencia, porque incluso hay casos donde algunos que fueron los
mejores académicamente no lograron tener
éxito en las relaciones afectivas, en su área profesional, laboral, ya que el
saber es sólo una parte, la actitud hace el resto.
¡A
manejar nuestras emociones!
“De ahí
la importancia de aprender a manejar nuestras emociones, de tener una educación
emocional que nos permita hacernos conscientes de aquello que sentimos, es
decir poder convertirnos en nuestros propios observadores para ir analizando,
descubriendo y por lo tanto controlando aquello que nos mueve a actuar”,
destaca la psicóloga huilense Heidi
Latorre Adarme.
Agrega
que aparte de los programas mentales que se tengan, “es necesario empezar a
cambiar nuestra manera de pensar, sin desconectar el sentir, la emoción, pero
que esta última no nuble el pensamiento”.
“Así que
actuar con inteligencia emocional nos permite tener la capacidad de motivarnos, de perseverar a
pesar de las posibles frustraciones, a controlar los impulsos, regular nuestros
propios estados de ánimo, evitar que la angustia interfiera con nuestras
facultades racionales y la capacidad de confiar en los demás. El grado de dominio que alcance una
persona sobre estas habilidades resulta decisivo para determinar el motivo por
el cual ciertos individuos prosperan en la vida mientras que otros, con un
nivel intelectual similar, acaban en un callejón sin salida”, concluye la
experta conferencista y terapeuta.
HEIDI LATORRE ADARME
Psicóloga-Master en PNL & Coaching
Conferencista-Terapeuta
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